Primera Carta Pastoral del Obispo Maronita
Amados
hermanos en Cristo
El
pastor en contacto con su grey recuerda la bella figura del Buen Pastor
que ocupa una hermosa página del Evangelio. "Yo soy el buen
pastor, conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí"
(Jn. 10, 14) .Es la norma base de la relación que debe existir
entre el pastor y su rebaño. El conocimiento a esta altura, implica,
según nos aclara el Divino Maestro, amor, sacrificio y satisfacción,
pues es comparado al conocimiento reinante entre el Hijo y el Padre: "
...como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre, y doy mi
vida por las ovejas" (Jn. 10. 15) .
El
conocimiento del pastor a su rebaño es semejante al conocimiento
del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. Es una realidad trascendental con
relación de amor íntimo que se refleja en la actitud obediente
de Cristo que se encarnó haciéndose semejante a nosotros
en todo, para agradar a su Padre que le envió para nuestra salvación.
Amor firme que no vacila ante el riesgo, fuerte que no retrocede frente
a las dificultades y fuente de esperanza y de seguridad cuando surge la
incertidumbre, esa es la característica del amor que el buen pastor
posee cuando alcanza un conocimiento estrecho de su rebaño. Al
mismo tiempo es un amor de inquietud y de preocupación para hacer
frente a todo peligro que lleva el pastor a hacer propias las palabras
del profeta Ezequiel: "Yo mismo apacentaré a mis ovejas y
las llevaré a descansar -oráculo del Señor-. Buscaré
a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré
ala herida y curaré a la enferma, guardaré ala que está
gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia" (Ez. 34,
15-16)
Este
conocimiento de amor entrañable llega hasta el sacrificio extremo
de dar la vida por las ovejas, para salvarlas de la muerte, según
lo indica Cristo. "El buen pastor da su vida por las ovejas"
(In. 10, II) , en cambio, el asalariado, "que no es el pastor y al
que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye,
y el lobo las arrebata y las dispersa" (In. 10, 12) .Este mismo pastor
lo describió el Concilio Vaticano II, de la siguiente manera: "El
Obispo, en la comunidad de la salvación que es la Iglesia, es el
servidor que hace la misión de Cristo siempre presente y de una
manera visible y singular. El realiza el papel de Cristo el maestro, el
pastor y el Pontífice V actúa en su nombre" (L.G. 21)
.
Este
conocimiento con amor y sacrificio produce sentimientos de orgullo y satisfacción
en el pastor que se siente alentado a imitar al apóstol de las
gentes que decía a. los cristianos de Corinto: "En el Día
de nuestro Señor Jesús, podrán sentirse orgullosos
de nosotros, como nosotros de ustedes" (1 Cor. 1, 14). Qué
satisfacción siente el pastor cuando comparece ante el Buen Pastor,
en el último día, repitiendo las mismas palabras que Cristo
pronunció en su última oración antes de la vuelta
al Padre: "Manifesté tu nombre a los que separaste del mundo
para confiármelos. Eran tuyos y me los distes, y ellos fueron fieles
a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti"
(Jn. 17, 6-7). y como será grande su complacencia cuando puede
declarar, con orgullo de quien cumplió fielmente el deber, ante
Cristo: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste" (Jn.
18, 9) .
Esta es la tarea que aguarda al nuevo Obispo de los Maronitas: ser el
pastor que conoce a sus fieles para ser su servidor con amor, sacrificio
y satisfacción. Pero muchos se preguntarán ¿quiénes
son estos maronitas, en la Argentina? ¿Una secta más de
estas que abundan en el país? ¿La Iglesia Maronita será
la de los Mormones? ¿El pueblo maronita es un pueblo católico,
cismático o hereje? A estas preguntas ya muchas otras que varias
veces se nos hacen algunos que ignoran nuestra realidad, ofrecemos una
respuesta aclaratoria que servirá como punto de referencia para
los que desean actualizar sus conocimientos y un instrumento en mano de
los propios destinatarios maronitas para poder informar con cierta seguridad
sobre nuestro origen y nuestra identidad.
Los Maronitas son los Cristianos católicos orientales que deben
su nombre a San Marón, insigne varón que nació en
Siria, el año 353. Retirado del mundo, en un monte donde había
un templo de ídolos, Marón consagró su vida a Dios
entregándose, día y noche en oraciones, ayunos y mortificaciones.
Acabó con la idolatría en la región y defendió
con vigor la fe católica en los Concilios Ecuménicos contra
las herejías de su tiempo y consiguió atraer a varios jóvenes
que imitaron su ejemplo y formaron un convento que llegaría a ser
llamado, en el futuro, "Convento de San Marón".
Los monjes, sus discípulos, crecieron mucho después de su
muerte y en el siglo VI, los cristianos monofisitas que se apartaron de
la fe católica, mataron 350 miembros de ellos que son conocidos
como los "Mártires discípulos de San Marón".
El Papa reconoció el martirio de estos monjes y así quedó
sellada la fe de los Ii1aronitascoh la sangre de los mártires.
El
pueblo que siguió la orientación religiosa de San Marón
y sus discípulos; se les aplicó el nombre de "Maronítas".
En el siglo VII, cuando los mahometanos conquistaron Siria, forzaron a
los cristianos a abrazar el Islam; los maronitas entonces, tomaron la
fuga y se refugiaron en los montes del Líbano donde formaron la
Iglesia Maronita, bajo el liderazgo de San Juan Marón, un monje
discípulo de San Marón, reconocido por el Papa como Patriarca
de Antioquía y de todo el Oriente. Hasta hoy, los maronitas tienen
un Patriarca que lleva, junto a su propio nombre, el nombre de Pedro,
el Apóstol de Cristo, primer Obispo de Antioquía y más
tarde, primer Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Universal.
Así
San Maron fue el santo hombre, rígido defensor de la fe católica,
monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos, un apóstol,
que la Providencia de Dios eligió para confirmar a los vacilantes
en su fe y para organizar el núcleo principal de la nación
maronita que será baluarte de la lucha en favor de la fe y en beneficio
del triunfo de la verdad sobre la mentira y de la libertad contra la opresión.
Los maronitas no son, pues, una secta, ni una comunidad misteriosa, ni
una Iglesia disidente, sino una nación católica, un pueblo
que tiene un origen definido y una Iglesia particular que tiene un destino
providencial en el desarrollo de su historia y en la mística de
sus santos.
Los
Maronitas y Roma
Si
el mundo ignora la lucha de los maronitas, contra el error y si los discípulos
de San Marón dudan alguna vez de su identidad o si los adversarios
tratan de denigrar el papel importante que los maronitas juegan en la
vida de la Iglesia, los Papas de Roma, sucesores de San Pedro y Vicarios
de Cristo en la tierra, han prestado con sus bondadosas palabras un valioso
testimonio que llena de orgullo y de satisfacción a los hijos de
San Marón. Sería una tarea imposible, en esta reducida carta,
citar todas las expresiones de alabanza que los Sumos Pontífices
dijeron sobre los maronitas. Sin embargo, algunas citaciones, a título
de reseña, darán una idea de ese amor particular y de esa
sincera admiración que los Papas dispensaron a los maronitas:
León X, en 1515, escribía al Patriarca Maronita: …
conviene que alabemos y bendigamos la divina clemencia porque entre las
naciones orientales infieles y en los campos del error, haya el Altísimo
querido que sean los maronitas casi rosas entre espinas…, aludiendo
después a los grandes elogios que sus predecesores dispensaron
a los maronitas.
Pío IV, en su breve al Patriarca Maronita, en 1562, decía:
" , , , Viendo la eximia reverencia, el culto, la piedad, y la admirable
constancia de tu nobilísima nación en la Fe Cristiana, nos
alegramos, dando gracias a la Divina misericordia que conservó
en sus servicios tan numerosos, millares que nunca hincaron sus rodillas
ante Baal. Además ni el pesadísimo yugo de los infieles
les apartó de la Fe ni la vecindad de los heréticos pudo
alejarlos de la Iglesia Católica".
Clemente
XII en 1735, califica a la nación maronita de “'rosa entre
las espinas , de roca solidísima contra la cual se rompen las furias
de la infidelidad y de las herejías". Y el mismo Pontífice
en su Breve de 1737 dice: "Abrazamos con particular amor a la nación
maronita que queremos sobre todas las naciones y que fue siempre la predilecta
de Nuestros Antecesores".
San Pío. X, entre otras palabras, dice, hablando de los Maronitas:
“Amamós a todos los Cristianos del Oriente, pero los Maronitas
ocupan un lugar especial en nuestro corazón porque han sido en
todo tiempo la alegría de la Iglesia y el consuelo del Papado…,
la fe católica está arraigada en el corazón de los
Maronitas como los muy antiguos cedros están hincados por sus potentes
raíces en las altas montañas de su patria".
No hace falta extenderse más sobre este sublime aprecio que reservan
los últimos Pontífices, de modo particular, los que convivieron
con los recientes dramas que afectaron a los maronitas en esta última
cruel guerra de 17 años, en el Líbano. Las palabras, los
gestos, la preocupación casi diaria y la manifestación del
afecto más puro y sincero del actual Papa Juan Pablo II, han sido
un suave bálsamo para las heridas del pueblo maronita y una fuerte
dosis de esperanza para los hijos de San Marón en su ardua lucha
por una digna sobrevivencia. Y la convocación, recientemente, a
una Asamblea especial del Sínodo de los Obispos dedicado al Líbano,
no es sino una prueba más de la constante preocupación del
Papa por los cristianos del Líbano, en general, y particularmente
por el destino de la Iglesia Maronita en este país.
Los
Maronitas y el Líbano
Los
maronitas, perseguidos por causa de su fe, encontraron en el Líbano
una tierra de libertad. Habitaron sus montañas, se refugiaron en
sus grutas, lo transformaron en vergel fecundo y su historia se identificó
con la historia del Líbano. No será, pues, extraño
verlos defender el Líbano con heroísmo y sangre. Jamás
el Líbano, único baluarte del cristianismo en Oriente. se
dejó avasallar por sus enemigos, gracias a la lucha de los maronitas,
ayudados por sus otros hermanos cristianos. .'Toda la Siria, escribía
Kaled, el conquistador árabe, cayó como un camello, el Líbano
solo quedó erguido". Sólo Dios sabe cuanta sangre vertió
la nación maronita en esas luchas de exterminación que duraron
13 siglos de existencia en la tierra de los fenicios!
Caro fue el precio que pagó la nación maronita por su ayuda
a los cruzados, en su marcha al Santo Sepulcro, pues, finiquitada la conquista,
todo el odio de sus enemigos cayó sobre el Líbano, ensangrentando
los campos y arrasando su territorio. Esta historia dolorosa, no se cerraba
sino a intervalos de tiempo, más o menos cortos, para volver a
abrirse más triste y verter más sangre mártir. Tales
son las matanzas feroces de los años 1834, 1845, 1860, 1914, 1920,
1925 y últimamente en la guerra que comenzó el 13 de abril
de 1975.
No me parece oportuno en este documento pastoral recordar episodios tristes
y dramáticos que ya son patrimonio de la historia, pero es necesario
advertir que los maronitas se sienten responsables de la vida o de la
muerte del Líbano, único territorio donde se sienten dueños
de su destino y donde radica la Iglesia Madre que organiza su rito y que
vela por la integridad de su fe y la sanidad de sus tradiciones. Como
es Roma para los católicos, Armenia para el pueblo armenio, Palestina
para el pueblo palestino, Israel para el pueblo judío, así
es el Líbano para los maronitas. Sin una tierra no se puede asegurar
una existencia permanente y digna, y sin el Líbano el maronita
se siente desamparado, desorientado y errante. Pero los maronitas son
conscientes de que no son ellos los únicos dueños de la
tierra de los Cedros, por eso siempre extienden sus manos y abren sus
corazones a todos los que integran el territorio liba. nés para
juntos construir un Líbano libre, unido y soberano donde encuentra
el perseguido un refugio seguro y donde coexisten pacíficamente
las diversas comunidades que profesan distintas creencias y siguen diferentes
ideologías.
Por
consiguiente, no todo libanés es maronita ni tampoco cada maronita
es libanés, pero sí, todos los maronitas deben defender
la soberanía del Líbano, si quieren ser solidarios con su
Iglesia madre y sí se sienten como miembros de una única
familia que tiene sus raíces en el Líbano.
Los
Maronitas en la Argentina
Los
maronitas se radicaron definitivamente en el Líbano debido a una
circunstancia de opresión, en el momento de la expansión
árabe, en el albor del Islam. y su presencia en la Argentina, como
en varios otros puntos del mundo, se debe a otras circunstancias de otra
dramática opresión turca motivada por siglos de arbitrariedad
que culminaron en la masacre despiadada del año 1860 que introdujo
en la vida del maronita libanés el miedo del futuro y la incertidumbre
sobre el porvenir de sus hijos. La opresión, el miedo, la miseria,
fueron los principales factores que, sumados al espíritu aventurero
que el libanés he- redó de sus antepasados fenicios, abrieron
progresivamente las puertas de la emigración y ahora se estima
la existencia de unos setecientos mil maronitas, la mayoría de
origen libanés, en la República Argentina.
Estos maronitas que dejaron su país para instalarse en el territorio
nacional de Argentina, obedecían, sin ninguna duda, aun llamado
de la Divina Providencia, imitando el ejemplo del p3dre de los creyentes
Abraham, a quien se dirigió el Señor: "Deja tu tierra
natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te mostraré"
(Gen. 12, 1) .Arribando a estas benditas tierras, encontraron refugio,
apoyo y afecto y llegaron a integrarse rápida y totalmente, en
todos los campos de la vida argentina y asi contamos, hoy, con muchos
mandatarios, profesionales, empresarios, hombres de cultura, de arte,
figuras eminentes en la Iglesia y un caudal popular sano y activo que
conforman una comunidad maronita respetada y disponible, al servicio de
toda la sociedad argentina.
Los maronitas, en general, forman un pueblo que alimenta sentimientos
profundamente religiosos y vive muy allegado a las iglesias y los conventos,
dada la historia del pueblo que tuvo su origen en la vida monacal orientada
y solidificada por el ermitaño San Marón y los monjes sus
discípulos. En tiempos, no muy lejanos, el maronita, en el Líbano,
debía su formación religiosa y cultural gracias al esfuerzo
del clero de su Iglesia: son famosas las escuelas que se daban al aire
libre, debajo de los árboles de encina "Taht el Sindiene",
bajo la orientación, muchas veces severa y rígida del cura
de la aldea o del monje del convento; muchas figuras lucieron en el campo
de la cultura universal, en sus diversas ramas del saber, lo que originó
el adagio, propagado en Europa "sabio como un maronita". Esta
formación impregnada por un cuño típicamente religioso
y fundamentalmente monacal, dejó en la psicología del maronita
una inclinación natural ala vida espiritual y moral de inspiración
evangélica y una docilidad espontánea hacia los pastores
de la Iglesia. Encontrando en Argentina una sociedad profundamente católica
y conocida ya la fidelidad proverbial de los maronitas al Papa de Roma,
los nuevos inmigrantes se integraron fácilmente en las parroquias
y las diócesis católicas de la República. y así
tenemos actualmente un prelado maronita al servicio de la Iglesia latina
y decenas de sacerdotes, religiosos y religiosas que realizan una intensa
actividad espiritual y pastoral que enriquecen el patrimonio cristiano
de la Iglesia en el territorio nacional. Este aporte modesto y auténtico
en el campo de la evangelización, hace de los maronitas valiosos
colaboradores en la obra que emprendieron los que descubrieron el continente
americano y así nuestra colectividad se pone en espíritu
de igualdad con las demás grandes colectividades que conforman
la idiosincrasia del pueblo argentino..
¿Eparquía
Maronita y por qué?
El
día 5 de octubre de 1990, el Papa encabezaba un documento histórico
con estas palabras: "Juan Pablo Obispo, Siervo de los Siervos de
Dios, al amado hijo Charbel Merhi, miembro de la .Congregación
de los Misioneros Libaneses Maronitas, elegido Eparca de la Sede de San
Charbel Bonaerense de los Maronitas, salud y Bendición Apostólica.
Puesto que es necesario proveer de Sacro Prelado a la Eparquía
de San Charbel Bonaerense de los Maronitas, fundada en este mismo día,
nos parece que podemos destinarte a ti, amado hijo, como Eparca. Ya hemos
conocido bien las claras dotes de tu mente y de tu corazón, así
como la doctrina, la prudencia, la piedad y al mismo tiempo la pericia
en las cosas pastorales unidas a aquellas cualidades. .."
Con estas palabras quedaba erecta la Diócesis maronita en el territorio
nacional y nombrado el nuevo prelado para ejercer el oficio del buen pastor.
Al mismo tiempo, por la finalidad del documento pontificio, se hace manifiesta
una respuesta a una pregunta legítima, ¿y por qué
una Eparquía o Diócesis maronita en Argentina?
Surge
naturalmente esta pregunta que muchos llegan a formular: ¿por qué
había que crear una Eparquía, si los maronitas, tanto en
la capital como en las Provincias, forman parte muy activa de la vida
de la Iglesia local, bien atendidos, en todas sus necesidades espirituales,
por el clero nacional, y son además considerados buenos colaboradores
en el ejercicio de la labor pastoral? ¿Siendo católicos,
los maronitas tienen a su disposición todos los templos católicos
y qué necesidad hay para construir nuevas Iglesias para ellos?
Todo lo dicho parece obvio, pero se ignora una verdad muy interesante
que es el pluriformismo en la Iglesia de Cristo. Catolicismo significa
unidad y nunca uniformidad.
En
la Iglesia Universal cabe, por razones históricas bien claras,
una división de la comunidad cristiana en dos ramas, .la Occidental-con
Roma como centro principal y la Oriental con cuatro centros principales
que forman los cuatro patriarcados: de Antioquía, Jerusalén,
Alejandría y Constantinopla. Las dos ramas y sus, ramificaciones
tienen su unidad en un único tronco fuerte e inquebrantable que
llamamos la Iglesia Universal de Cristo que tiene por cabeza a Jesús
el Salvador que se hace visible por su Vicario en la tierra, el Papa Obispo
de Roma y sucesor de Pedro. La Iglesia oriental con sus diversas ramificaciones
tiene santas y auténticas tradiciones que se expresan en ritos
diferentes pero que todos llevan a ofrecer a Dios el culto debido. La
Iglesia Occidental, numéricamente la mayor comunidad cristiana,
está ligada a la cultura romana y por esto se llama la Iglesia
Latina. No cabe duda, tanto la Iglesia de Occidente como la de Oriente
profesan la misma fe pero tienen una liturgia diferente mediante la cual
expresan esta misma fe.
La Iglesia Universal que tiene su centro en Roma, da mucha importancia
a las Iglesias locales que profesan la fe católica en Oriente y
guarda por ellos un profundo respeto, porque sabe que estas Iglesias,
por causa de su fe y fidelidad a Roma, han sufrido, a través de
los siglos enormes vejaciones y ahora son unas minorías en su tierra
de origen, el Oriente, rodeados de serios peligros y necesitando del apoyo
de sus hermanos en Occidente para conservar su identidad y ser instrumentos
de evangelización en sus territorios. Por esto hay una suma preocupación
de la Iglesia en conservar y promover los diferentes ritos orientales.
La Sagrada Congregación de las Iglesias Orientales es uno de los
organismos más importantes en el gobierno de la Iglesia y desarrolla
intensas actividades en beneficio de los orientales y de modo especial
de los que viven en los países de emigración Esta Congregación
se preocupa mucho para asegurar la continuidad de los diferentes ritos,
entre ellos el rito maronita, para que los fieles orientales que viven
en ambiente occidental no pierdan su identidad. Por esto el Papa Juan
Pa- blo II creó últimamente la Eparquía maronita
con finalidad de preservar la identidad de los fieles maronitas en Argentina.
Pues la pluralidad de los ritos es una riqueza para la Iglesia y es motivo
de una armoniosa unidad en la diversidad.
Además de esta importancia en el sentido de la fe y de la liturgia,
la Iglesia reconoce el factor psicológico que es muy válido
para apoyar la vitalidad de la fe. Las tradiciones que en la Iglesia Oriental
son muy vivas ayudan a fortalecer los lazos espirituales que unen las
ramas al tronco de origen y crean una mentalidad y una idiosincrasia propias
que es muy útil conservar porque es un acerbo patrimonial de gran
valor para el desarrollo de la personalidad y para el fortalecimiento
de los ideales. Así los maronitas en Argentina, al recordar sus
orígenes y al estar al tanto de la historia vivida por sus antepasados,
tendrán más amor a sus tradiciones y encontrarán
motivaciones suficientes para permanecer fieles ala fe católica
que sus antepasados han sacrificado todo para defenderla. Cuando un maronita
argentino está consciente de su identidad orienta! se interesa
por saber cuáles son sus obligaciones frente a su origen y procura
informarse con su familia o en su Iglesia sobre su realidad histórica
y así vive en la actualidad el realismo de su pasado.
Y
cuando una familia tiene conciencia de su pertenencia a la Iglesia Maronita
se esfuerza en transmitir a sus hijos una formación adecuada a
las tradiciones familiares y comunitarias de la Comunidad maronita. En
la Biblia Moisés ordena a los hijos de Israel a ser fieles a los
preceptos del Señor e indica a los responsables en la familia cómo
velar para transmitir a los descendientes la motivación de la fidelidad
hacia la voluntad del Señor: "Graba en tu corazón estas
palabras que yo te he dicho hoy, incúlcalas a tus hijos, y háblales
de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viajes, al acostarse
y al levantarse. Atalas a tu mano como un signo, y que estén como
una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa
y en sus postes" (Deut. 6, 6-9) .Ojalá las familias de nuestra
comunidad logren inspirarse 4e estas orientaciones bíblicas para
educar sus hijos según el espíritu de su Iglesia, asegurando
para ellos la continuación de los altos ideales que marcaron la
vida de sus antepasados, los heraldos y héroes que enfrentaron
todas las dificultades para permanecer fieles a sus orígenes, sus
creencias y sus sanas tradiciones.
Así no son pocos los motivos que llevaron la Iglesia a ser intransigente
en conservar la identidad de los ritos orientales, a pesar de las serias
dificultades que puedan surgir por la compleja realidad que las exigencias
del caso originan. Es muy alentador saber que hoy muchos de nuestra juventud
maronita se cuestionan sobre su realidad y procuran ahondarse en hallar
su identidad. Es valiosa la inquietud que observamos en esos jóvenes
que quieren volver a concientizarse de su real origen para procurar la
autenticidad en la vida e incentivar la fidelidad a los valores originales
de su cultura y sus tradiciones.
Sería muy deseable que los que lean estas líneas se despierten
de la indiferencia en que muchos de nuestros hijos viven y procuren los
medios que puedan abrirles el camino de la vuelta a los orígenes.
Para esto está creada la Eparquía Maronita y en esta línea
está orientada la preocupación del nuevo Eparca pastor.
El
nuevo Eparca y pastor
Planes
y prioridades del pastor
El
nuevo Eparca o pastor que el Papa puso al frente de la Eparquía
de San Charbel en Buenos Aires, está consciente de la tarea difícil
que le aguarda para poder cumplir con su misión, pues, siendo pastor
siente la necesidad de tener un contacto con su grey, para poder transmitir
a ellos el mensaje del Evangelio, dentro del marco tradicional de la Iglesia
maronita. El sabe que el territorio nacional donde están sus ovejas
desparramadas es inmenso y sus posibilidades de alcanzar el con- tacto
personal con cada fiel de su diócesis es un trabajo arduo y pide
mucha paciencia y abnegación. El está consciente de que
el buen pastor debe ser el "guardián de las ovejas que abre
el corral y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre
y las hace salir" (In. 10, 3). Su esperanza es que esta carta pastoral
tenga efecto positivo y despierte el interés de los destinatarios
para que acudan a ayudarlo a fin de poder realizar con eficacia su labor.
Su confianza es grande en sus pocos colaboradores actuales y alimenta
un deseo, verlos multiplicarse en el futuro para po. der servir a sus
ovejas y así .'no tendrán hambre, ni sufrirán sed,
el viento ardiente y el sol no las dañarán, porque el que
se compadece de ellas les guiará y los llevará hasta las
vertientes de agua" (Is. 49, 10) .
Los
planes que busca el Obispo nuevo son muchos y cuenta con los hombres de
buena voluntad para que lo apoyen, en los mínimos detalles.
La primera inquietud que tiene la prioridad en la realización de
su plan pastoral es la construcción de una Catedral, en Buenos
Aires, que será la Iglesia que congrega a todos los maronitas de
la Argentina. Esta obra ya está en marcha, con una Comisión
de alto nivel que vela por su realización. Pero es necesaria la
colaboración de todos los maronitas en toda la Argentina, porque
es la catedral de ellos y no solo de los porteños. Es mi deseo
que esta carta incentive a muchos a interesarse por esta prioridad. Espero
que mis palabras encuentren eco y aguardo el momento de escuchar la voz
de los que me dirán "aquí estoy a su disposición,
Mons. Charbel", para juntos realizar la construcción del Templo
de San Marón.
La otra meta sería la adquisición de una sede para el Obispo,
que sería el corral que cobija a pastor y ovejas. Hasta el momento
la Misión Libanesa Maronita cedió gentilmente un lugar para
que el Obispado funcione provisoriamente en la Capital Federal, pero pronto
el obispo tendrá su clero y sus seminaristas y es necesario un
hogar para poder cumplir con dignidad y eficacia su labor apostólica.
La tercera prioridad y quizás la más importante y de más
urgencia es reclutar vocaciones para la nueva Eparquía de los maronitas
de la Argentina y no podemos contentarnos solamente con los sacerdotes
que nos manda la Iglesia madre del Líbano. Es nuestra obligación
agradecer la labor de tantos misioneros que desde hace un siglo están
sirviendo a nuestra comunidad, en Buenos Aires, San Martín, Mendoza
y Tucumán con muchos sacrificios y con gran amor. Pero sería
muy oportuno alimentar la nueva diócesis de vocaciones locales
para poder multiplicar las parroquias en las provincias donde hay concentraciones
maronitas. Son muchos los sacerdotes que pertenecen a nuestra Iglesia
Maronita y que están ahora en diversos centros religiosos, realizando
una labor eficaz, al servicio de la Iglesia Universal y nuestro deseo
es poder aprovechar de sus capacidades, en beneficio de las nuevas actividades
de la Eparquía.
En cuarto punto de los planes del Obispo nuevo es despertar en las familias
maronitas el interés por su Iglesia, mediante una conscientizaci6n
constante y programada. El movimiento seglar hoyes de suma importancia
y es necesario que elaboremos planes especiales, en el futuro próximo,
para un trabajo pastoral de conjunto, a nivel nacional. Sería muy
difícil proveer tantos sacerdotes para una diócesis tan
inmensa, dada la complejidad de nuestra realidad, pero hay muchas tareas
que puede el seglar cumplirlas, tanto cuanto un sacerdote, ya que somos
todos los bautizados un pueblo sacerdotal y participamos todos en el sacerdocio
real de Cristo.
El quinto punto y no el último de los planes del Obispo de los
Maronitas, es suscitar interés por la espiritualidad maronita oriental.
Ya hemos mencionado la característica de nues tro pueblo como una
comunidad que nació cerca de los conventos y se alimentó
de la espiritualidad monacal. Cuanto sería deseable poder tener
vocaciones religiosas y monacales que serían el núcleo principal
de la Eparquía, porque en tales vocaciones se asegura la continuación
del espíritu característico del maronita y se procura consolidar
lo más necesario de todo éxito que es la oración.
Llamado
último del pastor
Es
muy importante para el pastor saber que su voz está siendo escuchada
y es sumamente agradable constatar el interés del rebaño
a estar en contacto de intimidad y afecto con su pastor. Desde que la
Providencia Divina me trajo de nuevo a la Argentina, como primer obispo
de los maronitas, no dejo de agradecer a Dios, por la manifestación
de cariño y apoyo que encontré en todas partes y de todos
los sectores de la comunidad y esto me alienta a emprender el nuevo apostolado
que me aguarda con alegría, entusiasmo y completa disponibilidad.
Yo quisiera asegurar a todos los fieles que ya me conocen, qué
el actual Mons. Charbel será el mismo de entonces padre Charbel,
un simple pastor al servicio de sus ovejas, con triple mensaje a realizar:
Estar en contacto con todos los fieles maronitas de la Argentina, hacerles
inculcar la fidelidad a Roma y el amor al Líbano y finalmente procurar
orientarlos en el camino del Evangelio para que se realice en todos el
misterio de Cristo total, "a fin de que Dios sea todo en todos"
(I Cor. ; 15, 28)
En cuanto a los sacerdotes de la Eparquía, que son mis íntimos
colaboradores, les manifiesto mi gran amor por todos ellos, valorizando
su labor apostólica y bendiciendo sus actividades abnegadas de
pastoral. Estoy al lado de ellos en todo momento para juntos realizar
la misión que Cristo nos confió para beneficiar a sus elegidos
y conducirlos hacia el amor de Dios.
En el corazón del pastor está un lugar privilegiado para
los jóvenes, porque ellos son siempre la esperanza del futuro y
la fuerza del presente. Una Iglesia sin jóvenes no consigue realizar
con éxito y con vitalidad su función salvadora porque le
faltaría el ánimo de enfrentar los obstáculos y la
fuerza para erradicar el mal. Al mismo tiempo que pido a ellos que sean
siempre generosos, abnegados y sobrios, les imparto mi particular bendición.
La Iglesia es una madre y el obispo, en toda comunidad, debe proceder
con la bondad de una madre y con los sentimientos de toda madre. No brindar
este amor en plenitud sería traicionar el espírita maternal
que implica calor humano e ilimitada donación. En este marco de
comprensión y de sincera afabilidad, me dirijo a todos los otros
sectores que conforman la familia humana, a saber, los niños, los
ancianos, los adultos o tal vez los inmaturos, los enfermos, los atribulados
y los mismos marginalizados, pues, en el corazón de madre hay lugar
para todo ser humano en cuyo pecho palpita la vida.
Me gustaría terminar esta carta con las palabras de San Pablo Apóstol
a los Cristianos de Efeso: "Doblo mis rodillas delante del Padre
de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que El se
digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme la riqueza
de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo
habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el
amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál
es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra,
ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento,
para ser colmados por la plenitud de Dios" (Ef. 3, 14-19).
Que la Virgen María, "Cedro del Líbano", nos acompañe
a todos con su maternal protección. A todos mi afecto y bendición.
Bs.
As., octubre de 1991
+ Charbel Merhi
El Pastor |